El poker es un juego diferente a cualquier otro. Una frase recurrente cuando se quiere alabar a una disciplina concreta, pero que en el caso de este deporte mental no se dice por decir. Cualquier persona que haya sido parte activa de los naipes en el tiempo podrá dar buena cuenta de ello. Sea hombre o mujer. Porque también en eso este sector es especial. De los pocos que no hace distinción de sexos y que han permitido el desarrollo de mujeres muy exitosas en las mesas. Y si hablamos de féminas y de poker no se puede dejar fuera de la ecuación a Vanessa Selbst.

La neoyorkina ha marcado un antes y un después en el mundillo, y no solo por sus tremendas actuaciones en los campeonatos, sino también por las puertas que ha abierto en lo relativo a su vida personal. La única mujer de la historia que ha logrado alcanzar el número uno del mundo del Global Poker Index, que vendría a ser como el índice mundial del poker. Algo menos de 12 millones de dólares de ganancias en torneos en vivo le acreditan como una de las grandes de todos los tiempos. Desde sus inicios hasta su etapa final.

Y es que su historia ya comienza vinculada al juego, pues sus padres se conocieron en una partida de bridge. En julio de 1984 dieron a luz a la pequeña Vanessa, que no tardó demasiado en destacar al acudir al Instituto de Tecnología de Massachusetts, para posteriormente graduarse en Yale en ciencias políticas. Precisamente en la etapa universitaria comenzó a jugar al poker, pues era una de las actividades que el alumnado practicaba como pasatiempo fuera de las aulas. Selbst aprovechó esta etapa para empaparse de las cartas, si bien no se desvió de su objetivo.

Tras pasar un año en España al adquirir una beca, regresó a Estados Unidos para trabajar en una consultora. Sin embargo, ya dejaba entrever que el poker podía llegar a ser una gran pasión a desarrollar. Con tan solo 22 años acudió a su primer evento de las World Series of Poker en el año 2006 y consiguió el éxito de llevarse una meritoria séptima plaza. Parecía que los torneos de poker en la variante Texas Holdem eran lo suyo. Y vaya que si lo eran.

Desde entonces tuvo una carrera meteórica dedicada en cuerpo y alma a ser la mejor jugadora posible de poker. Vanessa Selbst tiene en su haber un total de 21 resultados en torneos con pagos de seis cifras o más, lo cual resulta una barbaridad para cualquier profesional. En 2010 se adjudicó el evento principal del North American Poker Tour y al año siguiente defendió su título con éxito, lo que le hace ser la única en ganar dos ediciones seguidas de este NAPT, cuyas finales suelen tener lugar en el Mohegan Sun de Connecticut.

Ese mismo año se hizo con su bolsa de premios más grande: 1,3 millones de dólares logró por adjudicarse el Partouche Poker Tour, una serie francesa de torneos de poker ya extinta. Entre sus cuatro mesas finales en High Roller destaca el Caribbean Adventure de 2013 y en parte es gracias a ellos que se unió al top100 de la lista de mayores ganadores de todos los tiempos en este juego. Aunque algo tuvieron que ver también sus tres brazaletes de las series mundiales; en 2008 en un Pot-Limit Omaha de 1.500$; en 2012 en un Six Handed de 2.500$; y en 2014 en un Mixed-Mad sin límite de 25.000$. En este último superó los 800.000 dólares de ganancia, mientras que en los otros dos sobrepasó los 200.000$.

Resultados que hacen de su palmarés algo muy completo y que le llevaría a abrir su propia plataforma dedicada al entrenamiento de jugadores de poker, y que le haría volver de su retiro en 2018 para participar en algunos torneos de manera más bien testimonial. Tras doce años de carrera, Selbst tuvo que poner un punto y a parte con el juego. Una de las decisiones más complicadas, pero en la que priorizó otros aspectos de su vida.

La prohibición de jugar al poker online en Estados Unidos le obligó a viajar de un lado para otro y a estar lejos tanto de su familia como de su pareja. Quizá por ello ya no se sentía bien en la figura de embajadora del poker que adquirió por sus años de dedicación. Y además se embarcó en nuevos retos de inversiones que ocupaban la mayor parte de su tiempo, por lo que la dedicación y esfuerzo que merece un juego como el poker ya no formaban parte de su futuro inmediato. Eso le llevó a dejar las cartas, aunque con el listón muy alto.

Nada de torneos online o en vivo, pero sí ha querido dejar huella en otros entornos. La estadounidense siempre habló muy abiertamente de su vida personal y ha sido defensora activa de sus tendencias homosexuales y las de su colectivo. Y seguramente también por eso será un personaje recordado por mucho tiempo en el mundillo del poker. Sus jugadas más históricas siempre serán un buen caramelo que llevarse a la boca.

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